Aunque la mentira es mucho más fragorosa que la verdad, ello no quiere decir que esta vaya a ser completamente silenciada en las redes sociales tras la eliminación del «fact-checking» por parte de Meta.
Desde que Mark Zuckerberg anunciara el pasado lunes la decisión de Meta de reemplazar la verificación de datos por las notas de comunidad, las redes sociales parecen a las puertas de inaugurar una nueva era en la que la verdad (si es que alguna vez ha existido en estas plataformas) será quizás totalmente opacada por la mentira. Con esta controvertida decisión la compañía liderada por Zuckerberg desea volver a poner en primerísimo plano la libertad de expresión en sus dominios.
En virtud de los cambios anunciados por Meta, los usuarios de Facebook, Instagram y Threads dejarán de ser confrontados en estas plataformas con advertencias de que las publicaciones con las que se topan de bruces en estos canales son falsas. En su lugar, Meta dejará que sean sus propios usuarios quienes con las denominadas notas de comunidad adviertan a otros de las mentiras que puedan eventualmente abrirse paso en Facebook, Instagram y Threads. El gigante de las redes sociales se mira así en el espejo de X, donde son también los usuarios quienes cortan en último término el paso a las «fake news».
Zuckerberg confiesa que el viraje en la política de moderación de contenidos de Meta propiciará que la compañía ponga menos palos en las redes sociales a contenido potencialmente nocivo, pero que ello permitirá simultáneamente a los usuarios publicar más libremente en Facebook, Instagram y Threads sin temor a que sus posts sean censurados.
¿Está la verdad postrada en su lecho de muerte en las redes sociales?
¿Significa los cambios en la política de moderación de contenidos de Meta que la verdad vaya a convertirse virtualmente en inexistente en las redes sociales? No necesariamente. Es cierto es la mentira es mucho más fragorosa que la verdad, pero ello no quiere decir que la segunda vaya a ser totalmente silenciada tras lo que como muchos entienden como una capitulación por parte de Meta para complacer a Donald Trump y a su acólito Elon Musk.
La verdad será quizás más de rastrear de ahora en adelante en las redes sociales y precisamente por ello el usuario deberá contemplar con ojos mucho más críticos el contenido que consume en estas plataformas. A la hora de detectar la verdad y distinguirla de la mentira (que se traviste a menudo de manera muy convincente de verdad) los usuarios deberán atender a su instinto y sobre todo a sus emociones. Y cuando sus ojos se posen en contenidos que se traduzcan en una fuerte respuesta emocional (tanto negativa como positiva), deberían cuanto menos sospechar de la información que tienen frente a sí.
Conviene hacer notar que, aunque las «fake news» visten múltiples trajes diferentes, sus ropajes suelen ser deliberadamente llamativos porque lo escandaloso (e inexacto) genera normalmente muchos más clics que los datos objetivos.
El usuario haría bien asimismo en desconfiar de aquellas publicaciones que contienen información que este desea específicamente que sea cierta. «A la hora de bregar con la desinformación, el factor más determinante a la hora de embaucar al usuario es que este desee realmente creer lo que está leyendo», asegura Abbie Richards, experta en desinformación en declaraciones a The Washington Post.
Si al usuario le asaltan las dudas cuando se topa con una información potencial inexacta en las redes sociales, debe resistir asimismo la tentación de arrojarse en los brazos de los sistemas de IA imbricados directamente en Meta y otras redes sociales (que no siempre manejan, al fin y al cabo, información 100% actualizada y no verifican tampoco las fuentes de las que extraen información).
Hay, por otra parte, que recordar que mucho antes de que Meta decidiera liquidar el «fact-checking» en sus dominios, las mentiras correteaban más o menos a antojo en Facebook, Instagram y Threads, cuyos sistemas de verificación nunca han sido perfectos.
De ahora en adelante el usuario deberá contemplar con más atención el contenido que consume en las redes sociales
Una investigación emprendida en 2022 por The Washington Post y ProPublica concluyó, por ejemplo, que en las semanas que precedieron al asalto al Capitolio en enero de 2021 Facebook procuró cobijo a centenares de miles de posts que cuestionaban la legitimidad de la victoria de Joe Biden en las urnas.
Ello no quiere decir que la verificación de datos efectuada hasta la fecha en Meta sea del todo inútil, pero es un error contemplarla como un dique absolutamente infranqueable para las «fake news» (como si estas hubieran brillado totalmente por su ausencia hasta la fecha en Facebook, Instagram y Threads). Sí es cierto, no obstante, que la eliminación del «fact-checking» propiciará que en las redes sociales de Meta haya de ahora en adelante publicaciones de naturaleza mucho más controvertida, en particular sobre temas directamente emparentados con la identidad de género y la inmigración.
Es importante asimismo que el usuario aprenda a desconfiar a los «feeds» algorítmicos (que les muestran contenido relacionado con su actividad pasada) y que proceda a confeccionar su propia lista de cuentas de confianza.
Puesto que las redes sociales serán previsiblemente un terreno mucho más fértil para la desinformación, es igualmente vital que el usuario se tome la molestia de aprovisionarse de información directamente en los medios de comunicación o bien en plataformas como Apple News y Google News.
Para evitar caer en la trampa de la desinformación en las redes sociales, el usuario debería familiarizarse igualmente con la consulta de plataformas de «fact-checking» como Maldita.es, Newtral, FactCheck.org o Check Your Fact, que pese a la decisión de Meta de darles la espalda seguirán haciendo su trabajo y ayudando a la gente a distinguir la verdad de la mentira en las procelosas aguas de la red de redes.
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