Aunque la oferta de Musk tiene todas las papeletas para naufragar, esta no deja de ser una declaración de guerra que pone potencialmente en una situación muy incómoda al CEO de OpenAI.

Durante la noche del lunes saltaba la noticia (que muy pocos supieron a bote pronto prever) de que un consorcio de inversores liderados por Elon Musk había puesto sobre la mesa una oferta de 97.400 millones de dólares para hacerse con el control de OpenAI.

El magnate sudafricano y Sam Altman, CEO de OpenAI, han protagonizado un buen número de trifulcas en los últimos tiempos y en este sentido la inusitada oferta de compra lanzada por Elon Musk podría interpretarse, según algunos, como un intento del propietario de X de ridiculizar en público al que en es sin duda uno de sus mayores enemigos.

Pero, ¿tiene realmente el hombre más rico del mundo posibilidades reales de echar el lazo a OpenAI? Lo cierto es que es altamente improbable que Musk se salga con la suya en este asunto en particular. Sam Altman no tiene, al fin y al cabo, intención de cederle el control de la matriz de OpenAI. «No gracias, pero compraremos Twitter por 9.740 millones de dólares, si quieres», replicaba ayer Sam Altman a Elon Musk en la red social X. La respuesta de Altman tiene a todos luces retranca, pues la cifra que este ofrece a Musk para comprar Twitter está cuatro veces por debajo de lo que pagó el sudafricano por la red social en 2022.

De todos modos, y aunque la oferta de Musk tenga todas las papeletas para naufragar, esta no deja de ser una declaración de guerra que pone potencialmente en una situación muy incómoda al CEO de OpenAI. Y ello se debe a la peculiar estructura de la compañía, que para colmo de males está actualmente inmersa en un complejo proceso de reestructuración para convertir OpenAI en una entidad «for-profit». Cuando la empresa echó a andar en 2015, era una entidad sin ánimo de lucro, pero actualmente es su división «for-profit» la que lleva la voz cantante en el seno de OpenAI. A finales de 2024 la compañía capitaneada por Sam Altman anunció que su división sin ánimo de lucro renunciaría a su control sobre OpenAI a cambio de acciones en la matriz de ChatGPT. Y la oferta de compra de Musk complica el plan de reestructuración de la compañía.

La oferta de Musk torpedea el plan de reestructuración de OpenAI para convertirse en una entidad «for-profit»

Esa reestructuración será inevitablemente costosa para OpenAI y la oferta puesta sobre la mesa por Musk no hace sino elevar el precio de mercado de la compañía (máxime cuando el sudafricano se ha comprometido a igualar o superar a cualquier otra oferta que emerja en el horizonte).

La legislación exige, al fin y al cabo, al consejo de dirección de OpenAI abone a su división «non-profit» un precio que esté a la altura del valor real de mercado de la compañía. Y la suculenta oferta de Musk pondrá a OpenAI inevitablemente en un brete si abona a su sección sin ánimo de lucro un precio inferior a los 97.400 millones de dólares ofrecidos por el sudafricano.

Preguntado sobre si OpenAI será capaz o no de sufragar su propio plan de reestructuración tras la irrupción de Musk y su inesperada oferta de compra, Altman ha echado balones fuera y ha asegurado que esa es una cuestión sobre la que el consejo de dirección de la compañía tendrá la última palabra.

Puede que la oferta de compra de Musk no se traduzca en la adquisición de OpenAI, pero sí causará inevitablemente conmoción en la compañía. El plan de reestructuración de OpenAI es de suma importancia para la compañía porque así lo tendrá más fácil para acceder a los fondos de los inversores, pero la oferta de Musk complica el proceso.

Cabe, por otra parte, plantear la pregunta de por qué Musk ha decidido atacar a Altman justamente ahora. Y la respuesta a esta pregunta es indudablemente de naturaleza económica. OpenAI ha presentado recientemente con el soporte de Donald Trump el ambicioso proyecto Stargate, en el que están involucrados también el gigante del software Oracle y el conglomerado nipón Softbank. Ese proyecto implica la inversión de 500.000 millones de dólares en la expansión de centros de datos consagrados IA para poder hacer así realidad la denominada inteligencia artificial general (AGI), aquella que iguala o supera en inteligencia a los seres humanos.

Elon Musk estaría celoso de Sam Altman por el proyecto Stargate presentado recientemente por OpenAI

La reestructuración de OpenAI se antoja aún más perentoria con el lanzamiento del proyecto Stargate porque la compañía lo tendrá así más fácil para recabar fondos de los inversores. Si la reestructuración tiene éxito, OpenAI podría alcanzar un valor superior a los 300.000 millones de dólares y convertirse en la empresa que no cotiza en bolsa más valiosa del mundo. Un hito de estas características irritaría, no obstante, sobremanera a Musk, cuya empresa de IA se quedaría inevitablemente rezagada en este ámbito de actividad.

El rol protagonista de OpenAI en el proyecto Stargate habría incomodado igualmente al sudafricano condenándolo a una posición a la que no está definitivamente acostumbrado: la de «segundón». Y es que el hecho de que Donald Trump haya elegido a Sam Altman como su principal aliado en el área de la IA y como líder del faraónico proyecto Stargate habría sentado definitivamente a cuerno quemado a Musk.

La intención de Musk sería poner palos en las ruedas a ese proyecto, que tras su oferta de compra podría demorarse durante meses y ponérselo más complicado a OpenAI a la hora de buscar inversores. De puertas para fuera el sudafricano esgrime en todo caso un argumento bien diferente y enfatiza que la IAG en manos de una empresa privada como OpenAI podría tornar la IA en una tecnología potencialmente muy peligrosa.

Aunque actualmente son enemigos acérrimos, Musk y Altman fueron socios en el pasado. Y en 2015 fundaron juntos OpenAI. La compañía nació entonces como una entidad sin ánimo de lucro para trabajar en el desarrollo de una IAG plenamente segura.

Musk cortó amarras con OpenAI en 2018. Y poco después vio la luz la subsidiaria «for-profit» de la compañía con el último objetivo de recaudar fondos de los inversores y sufragar así el oneroso desarrollo de la IA.

Desde que OpenAI anunciara su plan de reestructuración para convertirse en una entidad «for-profit», Musk ha criticado con ferocidad ese plan y ha asegurado que este quebranta los principios fundacionales de OpenAI.

Sam Altman tilda, por su parte, a Musk de exsocio rencoroso y le acusa de tratar de socavar sus esfuerzos en el ámbito de la IA para beneficiar así a su propia empresa de inteligencia artificial: xAI.

Aun cuando xAI, que vio la luz en julio 2023, es una empresa valorada en 50.000 millones de dólares, no juega definitivamente en la misma liga que OpenAI, cuyo valor está actualmente en torno a los 300.000 millones de dólares.


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